lunes, 16 de mayo de 2016

un nuevo humanismo

En las artes visuales, Christian Boltanski, nombra, cita o especula sobre un nuevo humanismo.http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-7726-2012-02-28.html En su obra, experiencia religiosa, existencialismo e historia se mezclan para restituir huellas - de un siglo que ya entró en la leyenda junto con su auto biografía.  Auto relato, autoficción, todos procedimientos fundantes del período de "entre dos siglos" que seguimos cabalgando y ensayando en el arte los nacidos analógicos. Un nuevo humanismo en las representaciones/presentaciones mostraría contextos duros pero encuentros blandos, condiciones insoportables, pero miradas rumiantes, textos y gestos definidos, empatía y poesía. En el cine los hermanos Dardenne, en sus films "El hijo", "El niño", "Rosetta"; Kaurismaki en "El puerto/Le Havre", "Un hombre sin pasado". En este cine, el mundo del trabajo, de la sobre explotación, del miedo a perderlo todo, de la inmigración clandestina, de la violencia, se abren como épicas íntimas; rechazando los relatos apocalípticos taquilleros del cine y la mirada cínica que coquetea con el absurdo televisivo. Puros relatos que creen en el género humano, esquivan la parálisis hipnótica y de persuasiva violencia de los relatos fatalistas  y también la burla estridente a la que nos acostumbró la pantalla chica de los 90. Es un nuevo humanismo, profundamente histórico; se sume en el presente, restituye huellas del pasado e instala preguntas existenciales, abre las emociones que nos permiten acercarnos al otro, buscando solidaridad o sosiego en el gesto de intentar comprender y acepta la conmoción casi como un estado de fe. Cuando el golpe en la sien te aturde un día, y al otro día, cuando te levantás, viene otro y ya no sabés dónde estás parado, hay que volver a los relatos de los padres, de los abuelos, de las últimas   generaciones que te anteceden para conocer cómo era el mundo del trabajo, ¿cómo era? ¿cuáles eran sus conquistas? y ¿con qué soñaban? En "La culpa la tiene Fidel" de Julie Gavras, la nena de 9 años al final, después de salir de una escuela privada de monjas, entra a una escuela pública donde todo es caos, bullicio y movimiento en el recreo, pero se le acerca una ronda de niñas de su edad y en medio de ese aturdimiento que ella siente adentro le abren la ronda y le dan la mano. Esa imagen es una razón para defender lo público.

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